ficciones

¿Y si la solución consiste en la autarquía,
en la plena complacencia con uno mismo
hasta que se acabe el jamón?
¿Y si todo eso de los demás
es tan sólo un invento de nuestros sentidos
para jugar con algo que no sea nosotros mismos?
Quien sabe.
Aunque ese blues de Billie Holiday
que escucho mientras escribo,
y el recuerdo de Lorena,
la imposible Lorena que nunca veré,
pero que poseo siempre que quiero
los siento tan cerca, tan dentro, tan míos
que al final resulta que son ellos,
música, imagen, impulso, sueño,
los que alimentan mi deseo de vivir
y me evitan sucumbir a la tentación
de dar un volantazo
y precipitarme en la sugestiva tentación del abismo.