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Edmond Wells.

orgasmo

orgasmo Cuando me dejo dominar por el deseo del sexo, alcanzo las nubes de la utopía y me encuentro justo en el umbral que separa lo eterno, de lo efímero, el tiempo, de la eternidad, el espacio, del infinito.
Es entonces y solo entonces cuando me siento único y me doy perfecta cuenta de que todo ha sido creado, si es que existe realmente ese todo y no es producto de mi imaginación calenturienta, de que todo ha sido creado por alguien, si es que existe ese alguien y no es fruto de mi imaginación calenturienta, de que todo, insisto, ha sido creado por alguien, para que yo y solo yo y nadie más que yo, si es que existe ese yo y no es fruto de mi imaginación calenturienta, me sienta único y alcance las nubes de loa utopía y me encuentre justo en el umbral que separa lo eterno, de lo efímero, el tiempo, de la eternidad, el espacio, del infinito.
De todo ello se deduce, si es que existe esa deducción y no es fruto de mi imaginación calenturienta, que el orgasmo es, contradicción de contradicciones y todo contradicción, un instante, pero eterno, que está situado en un punto, pero infinito, y te arrastra a un sueño soñado dentro del sueño de un soñador, y aún así, paradoja de paradojas y todo paradoja, es lo único realmente real de la realidad, si es que existe esa realidad y no es fruto de mi imaginación calenturienta.

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