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Edmond Wells.

evidencia

evidencia Recorro con fatiga, palmo a palmo, el páramo al que me ha conducido mi falta de destreza en hacerte mía,
esta especie de inoperancia de corazón maltrecho y necia lujuria que sostiene el motor de mi deseo. He dejado que otro cuerpo y otros labios te recorriesen mientras asistía en primera fila al espectáculo de mi insensatez.


Cuando yo sé bien que tú has nacido para recogerte a la sombra de mis sueños, cuando yo sé bien que me he esculpido lentamente con el cincel de la esperanza, sola y exclusivamente para poder medir el alcance de tus caricias. Cuando los dos sabemos que nada, ni nadie, podrá subsistir sin contemplar, cómo el amor esta vez ha tenido que arriar su bandera de entusiasmo, por culpa de la sórdida materia, de la ciega, esclava, mísera y solitaria realidad.


Y toda la mañana es eso, y todo el día y la noche y la ausencia y el insomnio es eso, una forma de comprobar la ineluctable evidencia de una vida que se nos está escapando de las manos sin haber saboreado, hasta la ultima gota, la miel y la hiel del verdadero amor.

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