represión
En los Estados Unidos, han descubierto el mediterráneo del puritanismo. El Vaticano se ha olvidado que hizo un concilio. A la teología de la liberación le ha sucedido la teología de la represión: Dios se ha hecho del Opus y se ha cabreado con los cachondos, los bohemios, los viciosos y la gente legal, como si el Evangelio no estuviese lleno de ladrones y de putas, que precisamente son los buenos de la película. Se impone la moda del fariseo: La represión lleva falda larga y la libertad cada vez va más corta de sisa.
Poderoso caballero es don Dinero, tan poderoso que nos deja impotentes, a la que nos descuidemos. La represión nos azuza a un egoísmo absoluto, a cerrar puertas y ventanas, a crear más fronteras, a convertir el ego en un dios adorable. Adiós al sexo sin prisas, no se puede perder tiempo en algo que se puede resolver en unos minutos, estamos muy ocupados en nosotros mismos, en nuestro dinero, en nuestro culto al cuerpo, en nuestro espejo, en nuestra mierda. Luego que nadie se extrañe de que los psicólogos se forren haciendo terapias. Cada día estamos más integrados en un mundo insolidario e individualista, que convierte al Hombre en lobo del Hombre, y al amigo Hobbes le hemos hecho un monumento por inventar la frase. El nuevo orden mundial nos incita a reprimir bien sin mirar a quien, y nos hace olvidar la única verdad en este mundo de hipócritas sinceridades: Que solamente nos salvan los demás.
1 comentario
Raquel -
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Gracias :)