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Edmond Wells.

placeres

el plato más grande jamás contado

el plato más grande jamás contado RELLENO IMPERIAL AOVADO.
"Repare vuesa merced en este relleno, porque es lo mismo que el
juego del gato y el ratón. Este huevo está dentro deste pichón, el
pichón ha de estar dentro de una perdiz, la perdiz dentro de una
polla, la polla dentro de un capón, el capón dentro de un faisán,
el faisán dentro de un pavo, el pavo dentro de un cabrito, el
cabrito dentro de un carnero, el carnero dentro de una ternera, y
la ternera dentro de una vaca. Todo esto ha de ir lavado, pelado,
desollado y lardeado y cuando se vayan metiendo unos en otros como
cajas de Inglaterra, porque ninguna se salga de su asiento, los ha
de ir el zapatero cosiendo a dos cabos.
Después queda todo hecho una sustancia y un manjar tan sabroso
y regalado, que antiguamente coman los emperadores el da de su
coronación. Por cuya causa y por ser el huevo la piedra fundamental
de aquel guisado, le daban por nombre Relleno Imperial Aovado”.


Vida y Hechos del Estebanillo Gonzalez. Libro I Cap. VI.

NOTICIA DE LA OBRA
"La vida y hechos de Estebanillo Gonzalez, hombre de buen
humor, compuesta por el mismo", novela española de autor anónimo
(Amberes, 1646) debió de ser escrita en Nápoles, donde su autor,
enfermo de gota y viejo, esperaba conseguir alguna ayuda de Octavio
Piccolomini, duque de Amalfi, a quien haba servido como bufón y a
quien dedica la obra. En el prólogo, el autor insiste en la
autenticidad del relato. Su padre fué criado o escudero del
embajador del rey cerca de Su Santidad. Estebanillo estuvo de
aprendiz con unos cirujanos o barberos, a quienes abandonó por la
vida aventurera y hampona. Tomó parte en la guerra de los Treinta
Años al servicio del duque de Amalfi y del Cardenal Infante D.
Fernando; se embarcó como cocinero contra los turcos; fué falso
cirujano en Nápoles y soldado desertor en Milán. En Nápoles
perteneció a una cofradía de ladrones, y en Barcelona fué condenado
a muerte, de la que se salvó por indulto en el último momento. Fué
criado de una comedianta y peregrino a Santiago. Recorrió, además
Flandes, Italia, Alemania, Polonia y llegó hasta Moscú.

frenar

frenar El placer de Frenar.
El placer de la pasividad.
El placer del silencio
El placer de sentirse un poco vegetal.
El placer de ser un poco panteista.

Convocar al hermano sol, hermano árbol, hermana acera, hermana calle, hermana plaza.

Dos minutos sentados en una plaza, a ser posible, al sol.
Mirando a la gente, tranquilamente, sin hacer nada, sin pensar en nada.

Disfrutando
del calorcito del sol,
del calorcito de la ciudad,
del calorcito de la vida.


¿Por qué decirte que te quiero,
cuando puedo imaginarme que me dices que sí?